Y el árbol amigo hizo
de su ojo mi ventana
al fresco vegetal,
a los juegos de la luz,
a la piedra y al agua.
Y juntamos las pieles
y dile quedo las gracias
y dijo risueño: de nada.
Y volví a casa sintiendo
que allí quedaba
entre sus ramas
algo de mi mejorada alma.
JGCampal