Hoy dejaré por fin de darme asco, me odio.
Odio mi soledad, mi desgana, la estúpida rutina. Levantarme es un triunfo y todo para qué, ese café que sabe a lo mismo que hago después de beberlo.
La vida se me ha ido sin amor, no he tenido tiempo y ahora parece ser tarde pues estoy absolutamente solo.
Yo y mis rutinas estúpidas.
La última que que he cogido es la que más me duele, la que me indica como una enorme baliza que he tocado fondo.
Todos los días a las nueve de la noche una mujer y su hijo pequeño cruzan el parque, yo me sumo a la marcha de ellos sin que lo noten, me acerco a la mujer cuanto puedo y por un instante finjo en mi interior que somos una familia, la mentira dura unos segundos, lo suficiente para poder repetirlo una y otra vez sin que ella se percate.
Luego el vacío, a veces la lágrima o las ganas de vomitar del asco que me da ser tan patético.
Hoy haré el último recorrido con mi farsa, y luego tragaré las pastillas que me dio el médico, ellos todo lo arreglan con pastillas, pues yo también.
Me acerqué a ellos como de costumbre, pero con más desfachatez, a fin de cuentas sería la última, que preciosa era su piel blanca, su pelo negro y sus ojos azul claro, como las aguas del mar caribe.
De pronto me habló : – ¿Por fin hoy vas a decirme tu nombre?
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MOBT
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