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Epístola— By Martin C. L.

Diciembre de 1980
Sinaloa, México
Querida Madre:
Perdón por no comunicarme antes contigo, pero es que hemos estado tan colmados de chamba y de preocupaciones que ni tiempo ni cabeza había tenido. ¿Cómo está papá? ¿Ya está mejor del hígado?, díganle al viejo que ya no tome tanto ¿Y mis hermanos siguen yendo a la escuela? Avísale a Neto que no se salga de la secundaria, no quiero que sea bruto como yo. Mamita, por fa, construyan otro cuarto en el patio pa’ que ya no estemos tan apretados. ¿Ya les llegó la otra parte de la lana? Luego les mando más; yo creo que luego me suben de puesto, el patrón dice que tengo madera, que no soy tan pendejo como los otros güeyes, bueno eso dice él. Después te confirmo una dirección nueva para que me envíes cartas y fotos, por lo pronto estaremos en la sierra, cuidando los plantíos y practicando. ¿Ya le había dicho que nos mandaron armas bien chingonas del otro lado? Hasta uniformes de policías usamos. Estoy aprendiendo mucho, ma, aunque a veces quisiera jalarme de retacho pal’ pueblo y olvidarme de todo este desmadre, es que yo no nací pa’ esto, de verdad. De repente me topo con cada vato tan sanguinario y demente que ni siquiera puedo dormir, no me gusta lo que veo en sus ojos ni mucho menos sus actos. En ocasiones pienso que tuve que haber estudiado la prepa, pero entiendo que no alcanzaba pa’ todos, y aunque hubiera estudiado, eso no nos garantizaba nada, ya ves al tío Germán, él estudió pa’ contador y nunca halló jale, y ahí lo tienes vendiendo tamales en la calle. No me gusta lo que hago, pero todo sea por la feria y por salir adelante. Me comentó un amigo que no podía salirme de la organización, pero no le creo, hay mucho sinvergüenza que quiere entrarle. Quizá después me pase pal’ otro lado, pa’ trabajar en la construcción, así como el Arturo que le va tan bien que hasta se compró una troca bien grande y se pasea en el rancho todas las navidades; y entonces sí les mandaría dólares, y quién sabe, tal vez ustedes también se podrían ir pa’lla y vivir mejor, ya conocí a unos coyotes que se ve que son buena gente y de confianza. Me despido, ma, porque me están hablando. Me saludas a toda la raza del rancho y dile a mi primo Pepito que le voy a llevar una buena mata para que sepa lo que es bueno. Abrazos y recen por mí.

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