
Nube de pegatina
Farola de serpentina
Marinero de los mares
Con las olas de cartulina.
Allí emergen acordes que piratean las horas, las roban. En las mesas hacen coros, palmas y se come rico. Hay un mágico escorzo en el runrún de voces, palabras de desamor, órdenes de bebida, gritos por el futbolín. Atrás de la barra, atentos, están los médicos con oídos, los impertérritos asistentes, los hieráticos y memoriosos valets del desencanto, el fracaso y las euforias, todo lo miran, todo lo ven con ojos sin censo, aceptando las almas desnudas les abrigan cuando la música se detiene, entre tirada y tirada, dándole al play.Después de un largo tiempo escondío
Todo oscuro con hambre y muerto de frío
Sin nada que hacer tan solo esperar
Busco libertad amigo mío tengo que volar
Saben que muchas almas se desnudan bajo los efectos del alcohol, la música, los recuerdos, los otros. Los bares tienen su aquel en esta ciudad, ésta ciudad fundada de historias lejanas, ladrillos de tiempo, aljibes de arena. Guarecida en tertulias, guitarra, río y empedrados. Esta ciudad donde no abundaban nuestros recuerdos. Esta ciudad que me acuna, me baña, me abraza. Esta ciudad que me enseñó a dilucidar en sus mares de piedras, en sus zambras, en sus ojos prietos. Los bares, también aquí, son escuelas, inextinguibles confesionarios, indispensables lugares de paso de vivos y muertos.Las aceras son de barro
Y cuando me llueve en marzo
Se me quedan pegaos los zapatos
Y llego yo a mi casa descalzo.
Como una campana dando paso a la Santa Compaña salió María detrás del mostrador, Ana le dijo sin enojo, ni énfasis: — Me cago en tus muertos. María giró en redondo señalando su frente y mirándola fijo — ¡No! En mis muertos no, cagate en todo, pero en mis muertos no.Después del humo negro
hay que ser valiente y despertar
Y vivir como vive la gente
En El Pirata la cocina se ha cerrado y ambas manillas del reloj han pasado holgadamente las doce, hora sacra en la que empieza el libre albedrío de solo copas y chupitos. Los que comieron se van y quedamos los rumiantes de siempre. Sentada a la barra miro la noche enredando de sombra sueños, apuros, abrazos, miradas. Pasa la vida como una película magnífica y espeluznante. Mi propio cuerpo, convertido en inexactitud y penumbra propicia inestabilidad, sopor, inconsistencia y temblor que me mantiene de pie frente a la realidad irreal que ha acomodado la última birra. Los gestos de los demás, por mínimos que sean, adquieren dimensión de biblioteca cerrada, de playa en la noche, de bosque sin luna.Coge el tiempo, salta la reja
y vámonos a compás
que esta noche es bandolera
y quiero verte soña
A mi lado Fé, Ana y Malia se esfuerzan por modular su lengua en una conversación llena de incontenibles hipos y eructos — Nnno.. nno venía para aquí. Mavoy a ccassaa. — Bebe y calla. — Ssshh… Nno, ya no me cayo. — ¡Maria!, pon-me-me tres xu- xuppitos. El perro de Malia, sentado a sus pies la mira condescendiente. En una mesa al costado de la barra hay dos que no dejan de mirarse a los ojos. Tres en la puerta fuman y canturrean.No, ya no puedo quedarme aquí
Si tu quieres quédate tú
Esta vida no es para mí
Y pensar que no fumabas. No, no te perdono. No puedo hablar sin que algo se rompa. Sabía que aparecerias. Y entraste, con tus jeans azul claro, tu infaltable camisa de cuadritos al tono, tu sonrisa divertida, tus manos de largos dedos delgados, tu chaqueta marrón, tu andar enérgico. Viniste directo hacia mí y te sentaste en la banqueta a mi lado. Practicamos la vieja costumbre de hablarnos sin pronunciar palabra. Me mirabas como preguntándome — ¿Hasta cuando? — Hasta que se me pase. — ¿Y cuándo se te va a pasar? — No sé, tal vez nunca. — Pues mal te veo. — ¡Callate!, no tenes derecho. — Si, si que tengo. Vine a que hablemos claro de una vez, a que me digas a la cara todo lo que tengas que decir. — ¿Acaso no lo sabes? — Si, claro. Pero nunca lo has dicho. — También hay un montón de cosas que nunca me dijiste y otras que ocultaste. — Como todo el mundo. — Tendrías que haberte quedado, tendrías que haber hecho el esfuerzo de quedarte un tiempo más. Detrás de la barra El Búlgaro nos cantaYa no puedo quedarme aquí
Si tu quieres quédate tú
Esta vida no es para mí
Yo quiero vivir y comé jamón
Olvidar para siempre el reloj
— Todavía no entendiste —Vete a la mierda. — Y qué más. — ¡Y no vuelvas! — ¿Estás segura? — No me jodas. Siempre estás ahí, siempre mirándome. Todo, me banque todo, tus ausencias, tu caracter de mierda, tus otras, tus culpas. Solo te pedí que aguantaras, aunque más no fuera un poco más. — Ya está, estamos a mano. —Lo habíamos prometido. —Y cumplimos para bien. Todo es para bien. — Si, claro. Todo, como tu apuro de siempre, para ir a ninguna parte. — ¿No hay perdón? — Sabes que si. ¡Pero te podías haber quedado un poco más! El Verde Reverde nos canta a todosSi me aburro miento yo solito me abro las heridas
Sin idea yo retengo el destino de mi pobre vida
Yo no quiero malos rencores solo busco todas las salidas
Malia había llegado al punto en el que el dedo índice se transforma en batuta, Excalibur y látigo. Con los ojos dispersos consultó el reloj, mirando a Manuel e hipando dijo — … ¿Yatevastú? — ¿Qué dices? — ¡Hip!... ¿Quem llevasa mmmicsa? Manuel asintió con la cabeza. Fé pidió otros dos chupitos para ella y Ana. Malia miró a su perro y le explicó. — Que ssola conntigo no lleggggamos. Golfo, el perro de Maila me observa, luego mira a mi espalda y tras un rezongo suelta un ladrido. Lo mirás divertido y le decis — ¡Callate soplón!— Él entiende y nuevamente se acomoda a los pies de su ama, su dueña, su humana. Me tomas del hombro y me decis. — Nosotros también nos vamos. Pagué y salimos a la calle, el aire fresco de las últimas estribaciones en los negros bucos del invierno me da en la cara, el frío le explica a mi cuerpo por qué en la noche de todos los gatos pardos, todos los seres se juntan en un acompasado son de convocadas almas. Nadie como la noche para derribar barreras de color, tiempo, estado y distancia. Er Migue, El Verde Reverde, Gufi, El Búlgaro o El Cuerdo, todos el mismo, viene con nosotros canturreando:Y con la fé ganada que ni en campos de granada,
Desterrada se sintió y vio el mañana
Agua clara, ojo reseco, para este pobre que de
Lejos, ya no dica un pulso gana
Sin mirarme, ya sin abrazarme, me preguntas — ¿De qué te reís? — ¡Seguro todos se piensan que voy sola! La sinfonía de tres carcajadas se acoplan a la noche, las estrellas, y se quedan sentadas y silbando como testigos sobre el cartel del bar “El Pirata” Cantamos los tresTu sólo quieres quererme cuando tu quieras
Cuando hueles los naranjos y la sangre se te altera
Tu sólo quieres quererme en primavera
Pero yo no soy Pinocho que el corazón tiene de madera
Como se abrazan los que ayudan, los que bailan y los que cantan, los auxiliados, los rescatados y los invidentes te abrazaste al Migue. Los dos me hacen la venia y se van cantando y haciendo palmas y dando taconazos que solo yo escucho y veo, se van al lugar de encuentro. A la otra cara de la vida.Yo quiero vivir y comé jamón
Olvidar para siempre el reloj
Caminando hacia el atardecer
Como un niño jugando otra vez
Notas: (1) Miguel Ángel Benítez Gómez: (Jerez de la Frontera; 20 de junio de 1983-Ib.;6 de juliode 2004) conocido también como Er Migue, El Verde Reverde, Gufi, El Búlgaro o El Cuerdo, fue un músico español integrante y fundador con Marcos del Ojo del grupo Los Delinqüentes.
3 Comments
[…] a través de El Pirata y Los delinqüentes. By Diana González […]
Jaaaa! Me gustó mucho.
[…] Diana González […]